Aunque este acontecimiento pudo ser un gran desastre que cobraría miles de vidas humanas en la historia de nuestro país, no lo fue. Y esto, gracias a la vigilancia del volcán Nevado del Huila, al conocimiento de la población sobre el volcán y a su preparación para responder ante la emergencia.
Semanas antes del evento, el Servicio Geológico Colombiano había declarado el cambio de nivel de actividad a naranja, anunciando que se esperaba una erupción en días o semanas. Las entidades del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, incluyendo a la comunidad indígena, los paeces, habían trabajado mancomunadamente en los planes de contingencias, sistemas de alerta, rutas de evacuación y albergues, que alojaron por lo menos a 3200 personas que vivían cerca del río Páez.
Ya en junio de 1994, esta comunidad había perdido a más de 1.100 personas, pues un sismo detonó muchos deslizamientos que cayeron a la cuenca del Páez y generaron un flujo torrencial. Sin embargo, en ese noviembre de 2008, las medidas de preparación, la voz de alerta y la conciencia ante el riesgo de todos los habitantes de la cuenca, lograron que no se perdieran tantas vidas, pues la organización de las comunidades y la vigilancia volcánica hicieron la diferencia, a pesar de que el flujo del 2008 fue muchos más grande que el de 1994.
Hoy, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres conmemora esta importante fecha e invita a las comunidades y autoridades locales a seguir el ejemplo de las comunidades indígenas y campesinas que habitan en el área de influencia del volcán Nevado del Huila, quienes conocen los riesgos de su volcán y están mejor organizados y preparados.
Así mismo, la UNGRD reitera su compromiso con las comunidades que habitan zonas volcánicas para disminuir su vulnerabilidad frente a los desastres, y por esto lidera la “Estrategia Nacional de Comunicación del Riesgo Volcánico”, que tiene como objetivo fundamental divulgar el conocimiento del riesgo basado en la comprensión de los fenómenos volcánicos que permitirá mejorar la respuesta de los habitantes frente a la actividad volcánica.
