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La Mojana es una mujer diminuta, de cabellos dorados, tan largos que le llegan hasta los pies volteados. Vive en una casa de piedra construida debajo del agua, donde cría diversos animales domésticos y donde se baña con una totuma de oro

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24/05/2023 10:43
La Mojana es una mujer diminuta, de cabellos dorados, tan largos que le llegan hasta los pies volteados. Vive en una casa de piedra construida debajo del agua, donde cría diversos animales domésticos y donde se baña con una totuma de oro
La Mojana es una mujer diminuta

La Mojana es un territorio hecho de agua en donde habitan familias que han enfrentado un largo historial de inundaciones y que han construido un tejido social capaz de soportar las dificultades y el olvido. La Mojana, es esa mujer que se ha querido domesticar, dividir, romper, desaparecer, silenciar, esa mujer que nos cuenta nuestra tradición oral hecha de agua que no puede seguir siendo invisibilizada, hoy no cabe el argumento que sostiene que en virtud de este pasado que nos constituye se debe abandonar cualquier intento por vivir en condiciones distintas.Encontramos que ante la desidia de La Mojana y de sus gentes existen explicaciones ofrecidas por diferentes sectores de la academia y de expertos en temas ambientales, que argumentan que el atreverse a cambiar la historia, la historia de miles de mujeres, hombres, niños y niñas es un craso error toda vez que este territorio debe aceptar las condiciones históricas en las que existe.Se hace de un momento histórico la explicación per se del contexto de la región pero evaden el hablar del agua y de los ecosistemas allí presentes como elementos no solamente naturales sino profundamente sociales, al obviar este trasfondo se pretende ocultar la inequidad social presente en el uso y distribución social de los bienes naturales en la relación sociedad- naturaleza, siendo estos resultado de contextos particulares y que sirven a fines de poder específicos.La Mojana grita y nadie la oye. La Mojana hace presencia y nadie la mira. La Mojana corre, nadie la sigue. La Mojana no se controla, como no se controlan los cuerpos ni se posee el espíritu.  

La Mojana quiere volver a ser esa mujer libre y sin miedo. Quiere explayarse sin llevarse a sus hijos e hijas. La Mojana quiere ser madre que alberga la Vida.   La necesidad de generar un proceso de reasentamiento de las personas que habitan La Mojana pone de presente la urgencia de que estas recuperen su dignidad y esto último se escapa a razones técnicas y de expertos, que esgrimen de manera determinista el permanecer con el agua al cuello como si esto se tratara de una condición sine qua non escondiendo el naturalizar y reproducir desigualdades.  Las academias, la ciencia y otros lugares desde los que se viene enunciando este tipo de esencialismos condenan a las comunidades de La Mojana al olvido o bien por las leyes de la historia o por las leyes naturales clausurando la posibilidad de transformación de sus vidas y manteniendo las enormes brechas sociales que aquejan la región y el país.  Si bien se es hijo e hija de la historia, es la búsqueda del cambio y de la transformación lo que salva vidas, el privilegiar los afectos, las emociones y las prácticas en las que se desenvuelve la experiencia social debe constituirse como elemento estructurante en los procesos de reasentamiento, vivir con el agua al cuello es un principio de exclusión puesto que los espacios crean jerarquías.  Es así como el reconciliarse con el agua y despojarse de la idea de domesticarla pasa por entender esas condiciones que han sido creadas y que benefician a unos pocos que perpetúan este orden, así como el honrar el espíritu y el tesón de quienes lo han venido padeciendo escuchando su urgencia de poder acceder a una vida digna.  La Mojana y su gente merece una segunda oportunidad, merece que el tesón de sus habitantes y su espíritu transformador sean asumidos de manera vinculante para la toma de decisiones, sus saberes ancestrales y todos los sueños que siguen albergando pueden tener otro final distinto al de conformarse con la suerte histórica de vivir allí.  La Mojana, esa mujer diminuta, cuida y consiente la vida y así mismo toda su descendencia.